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18 de enero de 2022 Corregimiento la Playa, Barranquilla, Colombia.

 

Los días 15 y 16 de enero del presente año, visitamos la Ciénaga de Mallorquín (CM), uno de los ecosistemas más importantes de la ciudad de Barranquilla por los flujos ecológicos determinantes para la población y la diversidad de vida existente en el territorio.

Pudimos observar el deterioro generalizado de este importante complejo lagunar y sostuvimos una serie de diálogos con las comunidades aledañas y habitantes del Corregimiento La Playa de Barranquilla sobre el estado de la CM. La estadía en la ciénaga nos proporcionó una vista panorámica del territorio e información de primera mano, a través del diálogo con sus pobladores y la observación directa.

Las comunidades cercanas a este ecosistema le temen a un posible desplazamiento a causa de la implementación del proyecto “Eco-Parque Ciénaga de Mallorquín”, cuya primera fase fue presentada el pasado diciembre por el alcalde Barranquilla, Jaime Pumarejo, afirmando que “Serán tres kilómetros de senderos, entre bicirrutas y senderos peatonales, un área deportiva desde donde podremos hacer deportes de vela y remo, otra área de contemplación donde podremos apreciar las aves y la naturaleza, y zona de cafetería donde podremos disfrutar de este paisaje natural”1.

La primera fase del proyecto, según el distrito, costaría aproximadamente 80.000 millones de pesos y ya fue adjudicada al Consorcio JCO Mallorquin, conformado por dos empresas: Jacur SAS y Obraci Construcciones SAS. Jacur SAS tiene el 75% de participación en el Consorcio y su representante legal es Faisal Cure Orfale, el mismo que fuera mencionado por la exsenadora Aída Merlano (condenada por la Corte Suprema de Justicia por los delitos de corrupción al sufragante, concierto para delinquir y porte o tenencia ilegal de armas), en su entrevista con Vicky Dávila en el año 2020, señalándolo como un mega contratista2 que le habría entregado tres mil millones de pesos al exalcalde Alejandro Char para campañas políticas3. El 25% restante del Consorcio, en manos de Obraci Construcciones SAS, es propiedad de Juan Manuel Gerlein, nieto del inefable Julio Gerlein, reconocido por su maquinaria electorera en la región Caribe.

Aparte del entramado de intereses económicos frente al proyecto, la población de este territorio se encuentra profundamente preocupada por el avanzado deterioro ecológico del humedal, que se traduce en pérdida de su biodiversidad y alteración de las propiedades físico-químicas del agua y del sedimento, debido a la contaminación y la excesiva urbanización en sus áreas adyacentes, lo cual ha menoscabado la belleza natural de este importante humedal que le ha valido el reconocimiento internacional de ser un sitio RAMSAR dentro de la Ciénaga Grande de Santa Marta.

Pudimos captar que las poblaciones asentadas en este espacio son las principales damnificadas y, con ellas, una ciudad y una región que le da la espalda a la posibilidad de recuperar la integridad ecológica de la CM y su cuenca hidrográfica. Por el contrario, la Alcaldía de Barranquilla y la élite de contratistas que se ganó la licitación, pretenden resolver el problema “maleconizando” Mallorquín por sectores de la ciénaga que están contaminados y que tendrían que descontaminarse antes de intervenirlos con la susodicha obra civil. Todo parece indicar, según la población de este territorio y algunos expertos en la materia, que el proyecto “Eco-Parque Ciénaga de Mallorquín” no potencia la vida del ecosistema y mucho menos centra su principal interés en las poblaciones del territorio.

El departamento del Atlántico es considerado uno de los territorios con mayor alteración climática y procesos de erosión de su litoral (PIGCC Atlántico). Por ello, la ciudadanía debe asegurar que este territorio vaya en la dirección correcta hacia la adaptación y la mitigación del cambio climático. En este contexto, la CM con sus servicios ecosistémicos optimizados y potenciados, brindaría múltiples beneficios para la sociedad, en tanto permitiría la retención de sedimentos, el control de las crecidas, resguardo de la zona costera de la erosión de vientos y mareas, protegería a la población de inundaciones, sostendría la biodiversidad, frenaría el cambio climático y estabilizaría las condiciones climáticas locales.

Es mucho el trabajo que se debe realizar con la comunidad (que, reconózcase, no debería urbanizar sus orillas porque afecta al bosque de manglar y se convierte en un factor de contaminación), en especial, garantizar los recursos económicos para mejorar estructuralmente su estilo de vida, directamente, a través de viviendas dignas y, de esa manera, atacar de frente la desesperanza que nubla la visión de un futuro mejor en la población (Mesa, 2021).

Otro punto importante respecto a este de proyecto de “desarrollo”, de acuerdo a la información suministrada por la comunidad, es que la democracia ambiental no ha sido garantizada: ni alcaldía, ni funcionarios de la administración distrital ni el Consorcio que ejecutará el proyecto, han socializado con transparencia los diseños e impactos del proyecto en el territorio. Han sido numerosos las peticiones, reclamos e incluso tutelas que líderes y lideresas de la región han interpuesto para conocer, informarse y hacerse una idea real sobre lo que se quiere construir en su territorio. La angustia de la población aledaña a la ciénaga, sus pescadores, concheras y lancheros, reside en que no encuentran garantías para el acceso a la información y a la participación sobre esta obra; con la información oculta, no tienen posibilidades de una posición sustentada frente a lo que se quiere construir bajo la bandera del “desarrollo”. Se sabe, en todo caso, que por los manejos y directrices que la han guiado, esta obra terminará posicionando los grandes proyectos urbanísticos del norte de la ciudad, al tiempo que empobrece y desplaza a las comunidades que por años han vivido cerca de ella.

Este proyecto de Ecoparque genera intranquilidad y angustia. Hoy mismo están siendo desplazadas familias enteras a orillas de la ciénaga. La actual amenaza a raíz de una intervención en infraestructura “sostenible” del Distrito, justifica el reclamo de la población que reconoce los servicios ecosistémicos que provee de forma natural la ciénaga y el futuro posible de Barranquilla y el Atlántico con esta obra.

La Ciénaga de Mallorquín es un ecosistema de vida, nos compete a los pueblos y Movimientos Sociales defenderlo. Hacemos un llamado a la ciudadanía barranquillera y atlanticense a unirnos en un solo grito, que reclamemos nuestro legítimo derecho a participar, conocer y ser partícipes de las decisiones sobre el destino de la Ciénaga de Mallorquín; tenemos que impedir que el lucro y el negocio se superpongan a la vida. Exigimos protección para las comunidades aledañas e invitamos a movilizarnos para defender la supervivencia humana que se ha puesto en jaque, en Colombia y el planeta entero, con proyectos de este estilo.

 

                   


 

1 https://www.barranquilla.gov.co/mi-barranquilla/con-la-llegada-de-pilotes-de-madera-comienza-la- construccion-del-ecoparque-cienaga-de-mallorquin

2 https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/asi-es-la-concentracion-de-contratos-en-la- barranquilla-de-char1 https://www.barranquilla.gov.co/mi-barranquilla/con-la-llegada-de-pilotes-de-madera-comienza-la- construccion-del-ecoparque-cienaga-de-mallorquin

3  https://lacontratopediacaribe.com/primer-tramo-para-recuperar-mallorquin-se-lo-gano-un-megacontratista- y-socio-charista/