
Conozco de cerca lo que significa luchar por el territorio, por la vida y por la paz en medio de la guerra. Por eso afirmo con claridad: la muerte de María Mariela no es un daño colateral ni un hecho aislado. Es el reflejo doloroso de una elite que se resiste a permitir brindar garantías a la vida campesina, y de sectores de la institucionalidad que aun requiere profundas transformaciones para cumplir con su misión de proteger a las comunidades y no seguir siendo parte de la violencia que padecemos desde hace la constitución de nuestra patria.
Este crimen tiene un significado profundo: muestra la fragilidad de la paz en los territorios, la persistente estigmatización contra el campesinado, y el peso que las mujeres seguimos cargando en medio de un conflicto que no hemos buscado, pero ante el que sí hemos resistido con dignidad.
Me duele profundamente que mientras las comunidades seguimos apostándole a la reconciliación y a la construcción de paz territorial, políticos de derecha y algunas voces legitimen la violencia, desconocen nuestros derechos y pretendan acallar nuestras luchas. No podemos permitir que la sangre de las mujeres campesinas siga abonando esta tierra.
Exijo en nombre de las comunidades campesinas:
- Que la Fiscalía General de la Nación actúe con verdad y celeridad para esclarecer la responsabilidad sobre el asesinato de María Mariela Monsalve Tobón.
- Que el Gobierno Nacional y las instituciones garanticen protección efectiva a las mujeres campesinas que sostienen la vida en el campo.
- Que la Defensoría del pueblo para hacer seguimiento y actualización pertinente a la alerta temprana AT 004-20 que fue emitida el 24 de enero de 2020.
- Que el Ejército Nacional cumpla con su deber de proteger a la población civil, respete la dignidad, respete con absoluto rigor el principio de distinción y den una explicación clara sobre los hechos.
- Que los organismos internacionales de derechos humanos acompañen este caso y lo eleven como símbolo de lo que aún vivimos en los territorios rurales de Colombia.
María Mariela representa la raíz de nuestras luchas: la tierra, la vida, la comunidad y la resistencia. Su memoria nos convoca a no rendirnos, a defender con más fuerza los derechos de un pueblo que sufre y a seguir caminando juntas y juntos hacia una verdadera paz, necesaria tanto en el campo como en la ciudad.
Hoy levanto mi voz no solo para exigir justicia, sino para recordar que las campesinas y los campesinos de Ituango no enemigos de nadie: son guardianes de la vida, del alimento, del territorio y de la esperanza.
¡Ni una menos en el campo!
¡Justicia para María Mariela Monsalve Tobón!
¡Dignidad y paz para el campesinado colombiano!