Movimiento por el Agua y la Vida
Primer mandato: El agua es la sustancia de la vida
“El agua es un bien común y es sustancia de la vida de todos los seres vivos. En el centro de nuestra preocupación está la defensa de la vida y de un ambiente sano que la haga posible en toda su plenitud. El agua no es una mercancía y ninguna persona o entidad tiene el derecho de enriquecerse con ella”.
Segundo mandato: Defendemos el derecho fundamental al agua para cualquier forma de vida
“El derecho humano al agua y al saneamiento se debe garantizar a toda la población sin discriminación alguna, comprendiéndolo como el derecho de todo ser humano a acceder a la cantidad suficiente de agua, asequible, frecuente y de calidad, en un ámbito social y culturalmente aceptable, que le garantice vivir con dignidad a las generaciones presentes y futuras, garantizado exclusivamente por organismos públicos transparentes y comunidades organizadas sin ánimo de lucro”.
Tercer mandato: Defendemos el derecho a la autogestión comunitaria del agua
“Defendemos el derecho a la autogestión comunitaria del agua, el derecho al acceso y suministro colectivo de agua para consumo humano y a que se respete la autonomía de las comunidades organizadas y sistemas de abastecimiento y gestión, según su cultura, sus usos, costumbres y sus formas de economía social y solidaria en los territorios. Un futuro con disponibilidad segura de agua suficiente y de calidad para los ecosistemas y la humanidad depende del reconocimiento, respeto y protección de los derechos de las poblaciones indígenas, campesinas, negras, afrodescendientes y urbano-populares que conservan y reproducen los conocimientos tradicionales de protección y cuidado de las fuentes hídricas y los ecosistemas. La propuesta normativa de la gestión comunitaria del agua comprende tres dimensiones: el derecho individual al agua (i); el derecho colectivo al agua (ii); y el derecho a la autogestión comunitaria del agua (iii). Estas dimensiones apuntan a un reconocimiento especial de la gestión comunitaria del agua, de tal manera que tanto el derecho como el accionar estatal fortalezcan, promuevan y garanticen la permanencia territorial de los acueductos comunitarios, y no busquen su desaparición o conversión en empresas (como actualmente pasa)”.
Cuarto mandato: El agua debe ser protegida de todas las actividades humanas contaminantes
“El agua debe ser protegida de todas las actividades humanas contaminantes, especialmente de las actividades extractivas y de despojo como la minería a gran escala, la extracción de hidrocarburos, los procesos agroindustriales, el represamiento y el embotellamiento de las aguas. Es imperativa la protección de los sistemas ecológicos y el manejo socio ecológico del agua para garantizar la salud humana y la soberanía alimentaria. La gestión del agua es indisociable de la gestión del territorio, son interdependientes”.
Quinto mandato: Nos comprometemos con la construcción de un modelo nuevo de la gestión pública del agua
“El control ciudadano y la participación ciudadana efectiva son centrales para la construcción de un modelo nuevo de la gestión pública del agua. La gestión del agua debe involucrar la participación de la sociedad civil y sus organizaciones sindicales, ambientalistas, las asociaciones y redes de consumidores/as, defensores/as de derechos humanos, las organizaciones y redes de mujeres, a los pueblos indígenas y campesinos. Los gobiernos municipales, regionales y nacionales deben brindar todas las garantías para el ejercicio del control y la participación ciudadana. Las políticas públicas y las obras para el beneficio colectivo garantizarán que ninguna comunidad sea desmembrada de su entorno. Los derechos fundamentales a la vivienda, al trabajo, a la salud y a la educación se garantizarán respetando nuestras formas propias de vida e interacción socio natural”.
Sexto mandato: Concebimos que el agua sea la condición de un sistema de los cuidados
“Propugnamos por la justicia, la igualdad y la equidad de género en todos los ámbitos de la vida y de manera concreta en nuestras organizaciones y procesos de lucha por la defensa del agua, la vida y los territorios. El agua es la condición de un sistema de los cuidados fundamentado en la economía solidaria y en una ética de los cuidados basada en la igualdad, la equidad, el respeto a las diferencias y la cooperación entre géneros y generaciones. Instituiremos políticas de cuidado y reproducción de la vida que comprendan que el ciclo del agua es también el ciclo de la interacción social con el agua. Se harán las reparaciones pendientes e históricas a los pueblos y ecosistemas que han asumido los costos de un desarrollo desigual, injusto e inequitativo”.
Séptimo mandato: Ninguna decisión sin nosotras, las personas, las organizaciones, las comunidades, los territorios
“El gobierno del país que es el gobierno sobre nuestros cuerpos de agua (humanos y no humanos) no se hará a través de prácticas no consentidas. El agua nos constituye como humanos y como naturaleza y sociedad, por lo tanto, las decisiones sobre nuestra vida, sobre nuestros territorios, las decisiones en materia de conservación ambiental, salud, acceso y suministro de agua, extracción de materiales, ordenación del territorio, producción de alimentos, comercialización y consumo en tratados internacionales , de infraestructura, conectividad y todas las que en ella impacten, no podrán tomarse sin consentimiento de las comunidades directamente afectadas y sin consultar los principios básicos de prevención y protección ambiental. Esta comprensión del ciclo del agua también será la guía de los planes de ordenación hídrica y territorial de modo que los territorios rurales dejen de estar subordinados a las demandas de las grandes ciudades, se priorice el consumo de la producción local y se controle de forma efectiva la generación de contaminantes en los ecosistemas y en nuestras comunidades”.