La presencia de representantes de los movimientos en los más altos espacios institucionales tienen tres objetivos: visibilizar nuestras luchas, proteger a nuestras comunidades y ser un muro de contención ante los intentos de vender, privatizar o acabar con la vida en todas sus dimensiones.
El sistema electoral colombiano es precario y antidemocrático en sus normas y en sus prácticas, pero es el que hay y debemos intervenir en él. Votar ha sido, tradicionalmente, un acto de irresponsabilidad. Hoy es imperativo que ejerzamos el voto para que la rabia organizada del pueblo tenga una expresión política clara y contundente. Votar no es luchar, pero votar es imprescindible para que la organización, la lucha y la vida sean posibles.